En España nunca tuvimos películas en Super 8

En las películas americanas se suele acudir con frecuencia a desempolvar viejas películas caseras. Suele ser un momento emotivo. Películas con grano, de cumpleaños, en el parque de atracciones. En el interesantísimo documental, "Capturing The Friedmans", construido sobre los películas caseras de una familia, llamaba la atención como esos vídeos no eran precisamente de los momentos de felicidad que siempre tratamos de inmortalizar con nuestras creaciones caseras. No filmaban los cumpleaños, los bautizos... grababan las broncas diarias, una cena cualquiera, el cuatro de septiembre porque sí. En España no tenemos películas caseras (al menos hasta que llegaron las vídeo cámaras de precio asequible). Nunca tuvimos un Super 8. Siempre tuvimos fotografías. LLevo horas mirando decenas de fotografías. Estoy intentando hacer una película de tres minutos treinta y seis segundos sobre mi familia como regalo de Navidad y también como terapia personal. Me pregunto cuántas veces habré visto esas fotografías. Cientos. Me sé la historia que hay detrás de cada una porque escuché a mis padres detallarla una y otra vez. Sin embargo, me ha llamado la atención una cosa; en la mayoría de ellas hay un rostro, una mano de un cuerpo cortado, una mueca en definitiva, que me había pasado desapercibida. Esta noche, se me han revelado ante el objetivo de la cámara, gestos, miradas cómplices, miradas de sorpresa y otras que me miraban a mí. Miradas inéditas que dotan de un aliento extraño e inaudito a este trabajo de arqueólogo, de rastreador. Me he sorprendido ante unos rostros que, a pesar de haberlos vistos mil veces y de rodearme de ellos día a día, ocultan historias, chistes, borracheras, celebraciones, palabras cómplices y caricias que desconozco. A través del objetivo de mi cámara trato ahora de dar sentido a este formidable descubrimiento, indagando en su negativo, pero sin caer en la mera labor periodística. Me quedo extasiado ante unas fotografías que me descubren nuevos paisajes que nunca antes ví, a pesar de que siempre estuvieron allí. Me descubren que cada persona es un mundo, una isla y que al desaparecer, desaparece con ellos todo un universo; una forma de mirar, de entender las cosas, un sonido irrecuperable. Tal vez el cine sirva para guardar un trocito de todo eso.

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