Diez horas antes de los Oscars

Lo único que preocupa a la organización de la ceremonia de entrega de los Oscars, es la lluvia. Todo lo demás está bajo control. La lluvia no. Desde hace semanas una actividad frenética se ha apoderado del teatro Kodak y alrededores. Decenas de trabajadores doran las estatuillas, ensayan los movimientos de Clint Eastwood y una horda de policías levantan las empalizadas para que los fans histéricos no arranquen los diamantes a sus estrellas favoritas. Viéndolo todo por televisión me pregunto porqué no pondran también vallas de seguridad en los restaurantes israelíes por ejemplo, e impidir que suicidas fanáticos se inmolen en nombre de quien sabe qué o quien. Nada, desvariaciones ante la sobredosis de premios, noticas entremezcladas en los titulares y claro está, los nervios de mentirijilla ante la noche de los Oscars. No me atrevo a profetizar triunfo alguno porque me falta información, porque me aburren los Oscars de este año. Alejandro Amenábar ha triunfado en los Independent Spirit Awards, Almodóvar ha perdido su quinto César que sí ha ganado Ken Loach y Emir Kustorica. La imagen para el recuerdo ya la he visto; una histerica Halle Berry, Oscar en la mano izquierda recoge emocionada, dos años despues de ganar el Oscar por Monster Ball, el Razzie a la peor actriz del año por Catwoman. Uma imagen que sirve para quitar hierro y trascendencia a esta noche, igual de fria que tantas otras.

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