El enigma Finlandia

Enrique afirma que en Alemania se doblan las películas y creo que tiene razón, aunque no lo se con certeza. El caso es que yo sostenía que el doblaje es sólo un síntoma de la incultura de un país, en este caso concreto, del nuestro. España tiene fama, al menos de puertas adentro, de tener unos excelentes profesionales del doblaje lo cual, por muy cierto (o no) que sea, no hace menos incomprensible el tema del doblaje. De muestra, y motivo de la conversación entre Enrique y yo, la última película de John Boorman, "In My Country". La secuencia culminante: uno de los torturadores que confiesan ante la comisión por la Verdad y el Perdón construida tras el fin del Apartheid africano, relata frente a un pequeño de cinco años, como él y su compañero mataron a sangre fria a sus padres. Lo hace ahogado en el llanto. Finalmente explota implorando perdón ante el niño, exclamando que no ha pasado un solo día desde entonces que no haya sentido el peso de sus actos. La secuencia, articulada dentro de la narración como concluyente dentro de los numerosos testimonios que hemos escuchado hasta entonces, se desinfla como un globo una semana después de tu décimo segundo cumpleaños. El terrible doblaje destroza no solo la secuencia concreta, si no todo el climax final de la película. La forzosa artificiosidad que tiene el doblaje resta intensidad y credibilidad, provocando incluso cierta hilaridad. Paradigma de todo esto del doblaje y la versión original la encontramos en el mismo título de la película escogida: "In My Country". No voy a repasar ahora de memoria todos los títulos que se han estrenado en nuestro país manteniendo el título en su idioma original pero resulta curioso dentro de este grupo el extraño caso del film de Boorman, cuyo título en inglés es "Country of my skull" (algo así como "El pais de mi alma") y finalmente se ha estrenado en nuestro país con un título diferente, pero también en inglés. Una rareza sin pies ni cabeza, que sin duda responde a presiones de marketing y taquilla, raíz de la que nace el problema real y ante el que poco podemos hacer. Hasta en Finlandia, país extrañamente civilizado y con tres idiomas oficiales (sueco, finés e inglés) donde las películas se exhibe en su idioma original con sus correspondientes subtítulos en sueco y finés, el mal del doblaje (y su incultura) acecha con la forma de las orejas de Mickey Mouse; en los últimos años, las películas de Disney ya se empezaban a doblar. ¿Será la nueva generación de finlandeses mas inculta que la de sus progenitores?.

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