Techo a 2m y medio

La bomba de refrigeración no ha aguantado mas y esta tarde ha dejado de refrigerar a las cinco máquinas proyectoras. Es el síntoma mas inequívoco de que el verano, está a punto de hacer de las suyas. Alberto y también Carlos y Miguel me lo han advertido. Me han prevenido para cuando la película se pegue, cuando salten los automáticos. "La cabina se convertirá en un infierno", han asegurado. Cinco máquinas funcionando entre nueve y once horas diarias, con lámparas de 3000 kw de potencia, concentrado en un espacio relativamente pequeño, con un techo a los dos metros y medio. Ya comienzo a sentirlo. Espero que Jordi se acerque este fin de semana e instale al fin las turbinas necesarias para tirar toda esa cantidad de aire caliente que se aloja cada día en la cabina. En cualquier caso, de momento, estoy bien. Es más, me gusta. Me gusta la sensación de tener cerca el verano y no es precisamente por las inexistentes vacaciones de las que disfrutaré. Me gustan las noches de verano, a la salida de cine, cuando todavía puedes pasear cerca de la playa. Me gusta el olor de la playa el salitre que se cuela a las salas a través del aire acondicionado. Hoy deberían ser las dos de la madrugada, cuando iba a cerrar las puertas, después de desmontar un par de películas, me encontré con una pequeña salamanquesa. Estaba trepando por el luminoso, recién apagado, de la puerta. Dicen que da buena suerte, no sé. Lo que si ha traido es esa sensación. La sensación de que el verano ya está aquí (y no por culpa de los Jedi ni de George Lucas).

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