Lo Que Pudo Ser


Xavier esta a punto de cumplir los treinta y escribe en el portátil que sostiene sobre sus rodillas en el Eurostar que lo lleva de París a Londres. Hasta ese preciso instante no se había detenido a pensar en lo que había sido y lo que en realidad es, es decir, como dice Sabina, lo que pudo ser, la mierda que ha sido. Hace cuatro años, Cedric Kaplish estrenaba "Una Casa de Locos", libre traducción del original "El albergue español" en la que nos presentaba a Xavier, veinteañero parisino, que disfruta de una beca Erasmus en la ciudad de Barcelona. Para quien no sepa lo que es una Erasmus se puede acudir a la versión oficial que nos habla de increíbles oportunidades para conocer un país nuevo, fortalecer tus estudios profesionales y conocer a gente excelente o se puede acudir a la experiencia y afirmar con rutundidad que si bien, tus estudios no se ven especialmente fortalecidos, si que disfrutas de un experiencia extraordinaria en mayor o menor medida. A lo que vamos. Kaplish estrena ahora "Las Muñecas Rusas", secuela con los años encima del original. Xavier tiene ahora cuatro años mas, los mismos que han transcurrido en tiempo real desde el primer film. El director ha acudido a Truffaut para justificar su vuelta al personaje, convertido ahora en un escritor mediocre que vomita infames guiones para telefilms infumables. Omnipresente desde la voz en off, Xavier hace un repaso a su galería de conquistas femeninas para darse cuenta de que esta mas solo que nunca y que necesita desesperadamente a alguien a su lado. Lo incongruente del guión es que teniendo a Audrey Tatu a su lado, que interpreta a su histérica ex-novia, Xavier continue sus pesquisas pero esa es otra historia. La boda de uno los personajes de la primera entrega, hace que todos los de aquella se vuelvan a reunir esta vez en San Petersburgo, pero Kaplis, en lugar de recurrir al relato confesionario tantos años después, al estilo "Los Amigos de Peter" de Kenneth Brannagh o la excelente "Reencuentro" de Lawrence Kasdan centra toda su atención en un único personaje, Xavier, y sus neuras pre treintañero, descuidando todo lo demás. Al final, el reencuentro se convierte en una insignificante anécdota dentro de la narración en lugar de esa especie de catarsis generacional que la había puesto en marcha. Habrá que esperar otros cuatro o cinco años para ver.

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