Sin Héroes

Hay una frase que pronuncia uno de los personajes (la mayoría de ellos terribles) de "Syriana" que define la película y buena parte de la política internacional actual: "Corruption is why we win". Algo así como "gracias a la corrupción, Nosotros ganamos". Esa es precisamente la clave del impresionante relato de historias e intereses cruzados que configuran el tercer largometraje de Stephen Gaghan como director. Con una estructura narrativa y visual similar a la de "Traffic", el film que le valió a Gaghan un Oscar como mejor guionista, éste se sitúa a ambos lados de la frontera, es decir, aborda la trama desde todos los ángulos para gestar el alumbramiento de una conspiración a nivel global en la que los actos de unos y otros, ya sea un político sentado en el sillón de su despacho en Washington como los de un joven aprendiz de terrorista en los campos de entretanamiento del Golfo Pérsico, repercuten de forma trascendental en nuestra sociedad, es decir, en todos nosotros. Y si como viene a decirnos "Syriana" todos estamos interconectados, todos, de algún modo, también somos culpables. Todos estamos corrompidos.

"Syriana" fija sus puntos de interés en los despachos de la política internacional donde se dan las órdenes para ejecutar o destruir objetivos tácticos, en los campos de entrenamiento de terroristas adolescentes víctimas del paro, la incultura y la necesidad, en las fiestas de empresa de las grandes corporaciones y los palacios de vacaciones de los grandes jeques y emires. Pero también, consigue adentrarse en las estancias de la vida privada de esos políticos, agentes, ejecutivos o príncipes desheradados revelando el trasfondo moral de sus acciones, el objetivo último de sus ambiciones y también sus temores. Un relato cruzado de estas características podría tener varios y distintos finales, pero el final de "Syriana" es uno solo. Un final al que llegamos después de un magnífico e intenso in crecento dramático y en el que gracias al malabarismo narrativo del que hace alarde Gaghan, confluyen la redención, lo inevitable, el sacrificio y también algo de incomprensión ante lo inevitable.

Rodada con pulso, escrita con destreza e interpretada por un puñado de actores comprometidos con su rol, "Syriana" es una durísima crítica a la labor política estadounidense de las ultimas dos décadas y media y al modo de entenderla de sus administraciones, realizada con austeridad, sin alardes melodramáticos, ni héroes ni moralejas. "Syriana" es finalmente, un brillante ejemplo del nuevo cine que se está cociendo en Hollywood, quizás excesivamente austero en sus propuestas pero muy reconfortante en su resultado, destinado a un público adulto con un mínimo de inquietud por intentar comprender un poco mejor el mundo en el que nos movemos.

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