YO SIEMPRE QUISE SER FERRIS BULLER

David Trueba aseveró con dureza en una de sus últimas entrevistas que Steven Spielberg había hecho mucho daño al cine. Supongo que las palabras de Trueba se referían al concepto de blockbuster y la noción de industria con la que el estreno de "Tiburón" en el verano de 1975 tiñó toda la producción posterior. A partir de entonces Hollywood comenzó a convertirse en una suerte de gran burdel donde lo único importante era la tasación. Spielberg aniquiló la figura del autor (aunque paradójicamente con el tiempo demostró ser el único y verdadero autor independiente de Hollywood) y Trueba supongo que nunca se lo perdonará. Justo cuando Dennis Hopper estaba a punto de incendiar América, Spielberg descifró la verdadera clave del sueño americano: el dinero. Treinta y tres años después Dennis Hopper se pasea por productos de segunda y villanos imposibles y Spielberg sigue produciendo millones con sus producciones, ya sea desde la silla de director o desde las tareas de brillante productor. "La Conspiración del Pánico" es el último ejemplo de su mirilla comercial.

Como productor Steven Spielberg ha construido un reconfortante saco de recuerdos imperfectos que ejemplifican de algún modo su ideal sobre el concepto tradicional del american way of life. La desintegración del núcleo familiar ha servido como metáfora del fantástico que ha producido desde Amblin, donde ha recorrido el ideario adolescente mas sobresaliente en "Gremlins", "Los Goonies", "El Secreto de la Pirámide", "Regreso al Futuro", "El Chip Prodigioso" o la reciente "Transformers", título nos enlaza a "La Conspiración del Pánico", protagonizada otra vez por Shia LaBeouf y que de algún modo, nos desplaza hacia ese cine adolescente que produjo en los ochenta y que recupera de la mano de D. J. Caruso, con quien ya trabajó en "Disturbia".
Si en "Disturbia", el protagonista emulaba a un James Stewarth onanista y con acné en un trama calcada al clásico de Alfred Hitchcock, "La Venta Indiscreta", en "La Conspiración del Pánico", LaBeouf imita al Matthew Broderick de la imprescindible "Juegos de Guerra". Con distancia, eso sí. Porque Caruso parece mucho mas interesado en seguir inspirándose en la obra de Hitchcoch que en la de John Badhan. Por eso, tira de cinefilia y emula al Cary Grant de "Con La Muerte en los talones", el Henry Fonda de "Falso Culpable" y en un momento de lucidez se atreve a calcar el memorable desenlace de "El Hombre que Sabía Demasiado", orquesta incluida. Todo esto es solo una enumeración referencial, no es nada achacable. El pastiche funciona con menos agilidad de la esperada, sobre todo por la total ausencia de química de la pareja protagonista, Shia LaBeuf y Michelle Monaghan. También le falta un poco de sentido del ridículo y definitivamente, se echa en falta el humor gamberro de "Disturbia" y la primera parte de "Transformers". Como si de repente LaBeouf tuviera que demostrar que ya pasó la edad del pavo.

Sobre la anécdota argumental, el control que ejerce el gobierno sobre cualquier aspecto de nuestra sociedad, la exposición natural de cada detalle de nuestra intimidad, la total ausencia de privacidad y la manipulación de los escenarios bélicos son temas que directores y guionistas con mayor entidad y de una forma mas certera y sólida han tratado con anterioridad. Obviamente, "La Conspiración del Pánico" no es ese tipo de producto. No está dirigido por Oliver Stone (para bien y para mal) y asume sin excesivas complicaciones su condición de producto de entretenimiento, cosa que logran sin dudar. Spielberg continúa desempolvando las telarañas de nuestra adolescencia cinematográfica (al menos la mía) y lo hace desde la nostalgia pero adecuándola al empaquetado tecnológico que le exige el patrocinio de Apple. Y yo, que siempre quise ser Ferris Buller.

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