Retrospectiva: Frank (2014)

Sobre el éxito como meta vital.

Hoy parece un denominador común entre la gente joven, hay que ser famoso a toda costa. Ya quedan pocos que consideren el arte como una forma de expresión creativa pura y dura, como una meta en sí mismo y no una vía para ser reconocidos y amados. Frank (2014) explora estos conceptos, la música como algo más que una industria, como un bálsamo que guiará a sus personajes hacia la catarsis.

El guión nace a partir de un artículo publicado en The Guardian en el que Jon Ronson, co-guionista, analiza la figura del músico y cómico británico de finales de los 80 Frank Sidebottom, alter ego del ya fallecido Chris Sievey; con quien compartió banda durante casi una década. La película se aleja del biopic situando la acción en el presente. Donde una vez estuvieron el joven Jon Ronson y el cómico Frank, ahora encontramos a un aspirante a estrella Jon Burroughs (Domhnall Gleeson) y al neurótico Frank (un magnífico Michael Fassbender).

Esta reinvención del personaje ofrece un nuevo e interesante punto de vista, lo que le permite establecer un diálogo con artistas como Daniel Johnston (véase el documental The Devil and Daniel Johnston, 2005), un genial compositor de los 80 encerrado en un hospital psiquiátrico por trastorno bipolar. La película aborda temas similares pero en un registro muy diferente, empieza vestida de comedia musical para dar paso a algo mucho más oscuro y reflexivo, un drama sobre la creatividad, el éxito y la inestabilidad mental.

Hay un fuerte elemento estético en la cinematografía de la primera mitad de la película, planos simétricos, armoniosos y coloridos y una edición muy musicalizada, los cortes siguen tanto el ritmo como el carácter de la canción. Y ciertos patrones acompañan la presentación de los escenarios, un seguido de tres planos breves ilustran cada nuevo espacio. Lamentablemente, estas apuestas del director se van perdiendo a medida que avanza la acción, y una vez la película cambia de continente nos encontraremos con secuencias mucho menos cuidadas y espectaculares. Si bien es cierto que las interpretaciones empiezan a tomar envergadura (y salen a dar el Do de pecho Maggie Gyllenhaal y Michael Fassbender), la fotografía y la edición pierden fuelle.

Frank aporta su argumento a una discusión interminable sobre la creatividad, el talento y la industria. Pese a no ser un discurso tan sólido como Whiplash o Begin Again, funciona como homenaje al personaje creado por Chris Sievey.


Publicado por Carlos Hidalgo

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