Sitges 2015. Capítulo Primero



Arranca un año más el Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges, esta vez, para su 48º edición la organización nos trae a artistas de la talla de Oliver Stone, Terry Jones o Nicolas Winding Refn. En esta crónica pasearemos por espacios bien diferentes, retratando las muchas caras que nos ofrece el festival.

Día 1.


El esqueleto del festival está aun a la vista pero su maquinaria funciona a toda potencia, los espacios a medio construir se llenan de la ilusión de los asistentes; colas, nervios y alguna que otra carrera acompañan la inauguración con el estreno del filme The Witch (Rober Eggers, 2015).



La película, de una calidad excepcional, narra el éxodo de unos colonos americanos de su comunidad, su nueva vida en el bosque y las inclemencias a las que son sometidos por una aterradora bruja. En el filme encontraremos dos partes diferenciadas que se alternan en diversas ocasiones; la primera, terrorífica, atmosférica y mágica, no para de generar expectativas, todo en ella es misterio y no se dará tregua ante la continua sucesión de hechos. La segunda, mucho más reflexiva y psicológica, abre el espacio para desarrollar un discurso y es allí donde falla, ya que abre gran cantidad de debates para los que no llega a posicionarse en ningún bando.

La película cose estos dos hemisferios con un potente hilo, la música; a modo de leitmotif, ciertos elementos de la banda sonora unirán el planteamiento con el epílogo, dando esa sensación de uniformidad que de otra forma se perdería. A nivel formal el trabajo realizado es encomiable y cabe destacar lo bien interpretados que están todos los personajes, especialmente los cuatro niños, para los que el guión es un reto constante al que responden con soltura.

De estrenos pasamos a una reposición ya que en Brigadoon pudimos disfrutar de la fantástica Las Vampiras (Jesús Franco, 1971), una perfecta combinación de erotismo y terror paranormal. Si bien es cierto que cuesta obviar la cantidad de impedimentos técnicos presentes en la película, es muy fácil enfrentarse a ellos desde el cariño y la sonrisa. Esa capacidad empática acrecenta la sensación de trascendencia en el clímax de la película, una verdadera declaración de intenciones des del punto de vista discursivo, una oda al feminismo y a la revolución sexual y sentimental.

Día 2.

Si cerramos el primer día con un fuerte sentimentalismo hacia la película protagonizada por la prematuramente desaparecida Soledad Miranda, es el experimentado Takeshi Kitano quien nos guía en una entrañable aventura de abuelos ex-yakuzas. Se trata de Ryûzô to 7 nin no kobun tachi (2015), una comedia sencilla y divertida, llena de gags recurrentes y referencias a obras clásicas.

Tal y como aparece Kitano en la película, como un secundario de espaldas a cámara, parece que el realizador decida no mojarse en los temas que plantéa su película, debates sobre la tercera edad y la delincuencia quedan sin resolver; pese a ello, existe una constante sensación vitalista y anticapitalista.

Y de anticapitalismo hablamos cuando disfrutamos de Adiós tío Tom (Gualtiero Jacopetti, Franco Prosperi, 1971), película propuesta para el festival por el mismísimo Nicolas Winding Refn (autor de Drive, Sólo Dios perdona, Pusher...). Este shockumentary con altas dosis de violéncia, sexo y crueldad sorprendió a todos los asistentes por su unión del documental ficcionado sobre la esclavitud en la américa colonial con el blaxpoitation. Un auténtico bombazo.

En la sala se encuentra, junto con Winding Refn y su editor Alan Jones, el cineasta Richard Stanley, protagonista del documental proyectado escasas horas antes Lost Soul: The doomed journey of Richard Stanley's Island of Dr. Moreau (David Gregory, 2014). Un documental modesto que nos descubre la figura del talentoso realizador londinense y las luchas de poder en el set entre Marlon Brando y Val Kilmer.

Parece que es el día para las celebridades, pues nos aguarda de nuevo en Auditori el incomensurable Terry Jones, miembro de los Monty Python y responsable de sus tres películas, subió a recoger su estatuilla de máquina del tiempo y a presentar su última película Absolutely anything (2015) como poco antes había hecho Jaco Van Dormael con su El nuevo nuevo testamento (2015). 

En este cara a cara hay un claro vencedor, la única apuesta que arriesga de las dos, la del belga Van Dormael. "Diós existe y vive en Bruselas" es la frase con la que el autor de Las vidas posibles de Mr. Nobody (2009) arranca el filme, de gran embergadura a nivel narrativo y de producción, con gran cantidad de escenarios diferentes y con innumerables chistes acertados. La película replantea el mito de la creación hasta el punto de rediseñar los motivos de la misma, siempre sin dejar de provocar una sonrisa. Se echan en falta más feel good movies como esta pese al abuso de clichés.

Con Absolutely anything en cambio, Jones decide hacer la misma comedia romántica que llevamos viendo año tras año. Protagonista se vuelve omnipotente y debe decidir entre hacer el bien o el mal a la hora de conquistar a la chica de sus sueños. Simon Pegg es lo único remarcable en una película repleta de gags que se han repetido hasta la saciedad a lo largo de la historia, gags que incluso el propio Jones ya utilizó en La vida de Brian (1979).

Cerramos así el capítulo primero, con la espontaneidad de Van Dormael al ponerse a cantar en medio de su discurso nos despedimos hasta la siguiente entrega. Se avecinan el porno en 3D de Gaspar Noé, y la shakespeariana interpretación de Michael Fassbender entre otras muchas sorpresas. Permanezcan despiertos, pues como se ha oído decir en Retiro, el cine es fantástico, el cine es soñar.

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